
El sistema linfático tiene dos
funciones importantes. La primera
función la lleva a cabo como parte del sistema circulatorio, estando formado
por una extensa red de vasos por los que circula la linfa, desde su formación
en los tejidos hasta la entrada en el sistema circulatorio sanguíneo.
Contribuye a mantener la
homeostasis o equilibrio de los tejidos orgánicos, regula el tejido
intersticial, al drenar y transportar macromoléculas tales como, proteínas,
ácidos grasos de cadena larga, substancias extrañas y líquidos que, por sus
características, no pueden ser devueltos a la circulación sanguínea, para ser
conducidos y eliminados.
La segunda función la realiza
como parte del sistema inmunitario de defensa, en todo aquello que concierne al
tejido linfoide u órganos linfoides, en la producción de células y anticuerpos
para la defensa del organismo.
Estas dos funciones están
íntimamente relacionadas y condicionadas por la estructura anatómica y
fisiológica del propio sistema.
Así, como sus dos funciones
son inseparables, es imposible analizarlo como sistema aislado, ya que debe
considerarse como un sistema interrelacionado con el sistema circulatorio
sanguíneo y el sistema intersticial.
Cualquier cambio por pequeño
que sea, que tenga lugar en uno de ellos, afectara al funcionamiento de los
otros dos.
Los tres sistemas,
circulatorio sanguíneo, linfático e intersticial, están estrechamente
vinculados a nivel de lo que denominamos macrocosmos circulatorio o unidad
básica fisiológica.
Consideramos necesario el
desarrollo analítico de cada uno de estos sistemas, para mayor comprensión de
toda la fisiología y patología, concerniente a las estructuras linfáticas, pero
antes haremos un breve repaso del sistema inmunitario, del cual forma una parte
muy importante el sistema linfático.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario